Mi dolor fue inmenso, yo también, como Irene, hubiera querido quitarme la vida. Mi mujer Renata había dicho que nuestra historia había terminado. El estudio esotérico Cornelio, a diferencia de muchos charlatanes que me robaron el dinero, fueron excelentes y cariñosos amigos y lograron con magia lo que yo creía absolutamente imposible.
Les daré las gracias hasta mi muerte y luego delante del padre eterno.
Gracias Cornelio!
Fabio d'Alessandro